miércoles, 29 de abril de 2009

Se repitió la historia


Tanta alegría no podía ser cierta, menos si se trataba de un equipo peruano. Entre tanta alegría debía llegar la tristeza. Pero llegó antes de lo esperado.

El ambiente era el mejor en el Hotel Intercontinental de Buenos Aires, donde se hospedaba el cuadro peruano. Los hinchas cremas alentaron, previo al partido frente a San Lorenzo, a los jugadores de la U y les hacían saber que la frase “vayas a donde vayas te seguiré” era cierta y de paso, les recordaban que no estaban jugando en un equipo cualquiera, sino en el más grande y con la hinchada más numerosa del Perú.
Universitario tenía el pase prácticamente en el bolsillo, tenía todas las posibilidades de clasificar, tal vez un 90%, sin exagerar. San Lorenzo jugaría con cinco suplentes ya que no tenía opción alguna de pasar a octavos de final y prefería guardarse a esos seis titulares para hacer un buen papel el torneo argentino.
La U parecía local. La prensa se enfocaba más que nada en el plantel crema y su hinchada era superior a la de San Lorenzo. Tanto así, que cuando el equipo crema salió a la cancha, se escuchaban los cánticos de la trinchera norte y cuando aparecieron los cuervos lo único que se escuchaban eran pifias de la hinchada merengue. Universitario estaba jugando de local y con el plantel completo.
No hubo momento en el que Universitario encontrara la manera de ordenarse y salir a buscar no el empate, sino la victoria. San Lorenzo fue superior los 90 minutos de juego. Tanto futbolísticamente, como psicológicamente. Ni los jugadores, dirigentes e hinchas entendían cómo era que las chances de clasificar a octavos de final, cosa que no pasaba hace diez años, se desvanecían con cada mala jugada, con cada mal pase y con cada gol en contra.
Universitario ya jugaba con dos goles en contra antes de iniciar el segundo tiempo. En Paraguay, se estaba jugando al mismo tiempo el partido entre Libertad y San Luis. El resultado momentáneo del partido jugado en Argentina, motivó a los mexicanos y pudieron hacer lo que

Universitario no pudo en todo el partido: Convirtieron dos tantos, uno de ellos en el último suspiro del partido, con lo que lograron la clasificación.

Nadie entendía que había sucedido. La ilusión de toda la gente crema se desvaneció en un dos por tres. Los gritos de aliento durante los 90 minutos se apagaron completamente. La clasificación se nos fue de las manos, nos descalificaron y no pudimos hacer nada.
Ningún jugador de la tienda crema destaco, salvo Miguel Ángel Torres. Esa es la diferencia entre los jugadores que son hinchas del club y se matan por la camiseta, de los que juegan no por la camiseta sino por ellos mismos. Todo el trabajo que realizaba Torres, lo desperdiciaba Piero Alva.
La misma historia de siempre: ningún delantero pudo convertir el gol que nos daría la clasificación, nadie pudo convertir ese gol que le daría la alegría a más de la mitad de un país.
Aunque sea difícil, tenemos que dar fin a este episodio. Ahora Universitario tiene que dar lucha para conseguir la estrella número 25. Solo esperamos que esto no afectet psicológicamnete a los jugadores y que luego lo usen como excusa por su mala actuación en el torneo local.



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